06 noviembre, 2012

Leo.

Tristeza.
Grande.
Como le corresponde a un Grande.
Un nudo en la garganta.
Un shock.
Porque shock si estaba enfermo?
No importó. El shock estuvo ahí. Igual.
Tal vez rendir un examen hace una semana hablando de la genialidad de Gatica haya incidido.
No importa.
Él se fue.
Pero nos dejó (me dejó) escenas del cine nacional que me generaron una ternura infinita. Porque eso eran sus personajes, tiernos, ordinarios, comunes, con los enojos, las iras, las pasiones, los amores, los sueños, los gritos de gente común y corriente, extrapolados a la inmensidad dada en un abrazo, un llanto, una violencia de nace de las entrañas del sentimiento más noble: la amistad.
Tal vez podría escribir mucho más. Seguramente. Lo merece. 
Pero hay gente mucho más capacitada que yo para hacerlo. Y, sin embargo, no podía dejar de esbozar unas líneas refiriéndome a uno de los directores más increíbles aunque más no sea para exorcizar el grito apagado (y contenido) en la garganta de quien no quiere que sea cierto.
Chau Leo.
Seguí soñando en las nubes.




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