D o m i n g o

Odio los domingos. El alma se me fuga, los interrogantes me golpean, el corazón se me agrieta. (Sí! Me posee el lenguaje poético también! Y qué? Me pongo melodramática.) Pierdo la brújula. En realidad, la tengo perdida toda la semana, pero es en el fucking domingo cuando descubro su ausencia y tomo conciencia de ello. Me pierdo a mí misma…o, en, realidad, es cuando me encuentro? (mucha publicidad de Nextel en mi cerebro!) A esta altura ya no sé que es más nefasto: si un sábado en casa, sin haber hecho nada durante el día y con la certeza de que el mismo plan me acompañara en la noche o un domingo. Eso sí, domingo lluvioso va a la cabeza siempre. Y no sé si tiene sentido que siga escribiendo porque en realidad escribo pero no escribo. No se si me explico. Quien pase sus domingo bajo nubes negras comprenderá lo que estoy tratando de definir, eso que se escapa a las palabras, ese sentimiento indefinible que es una mezcla de muchos y a la vez de nada porque por momentos todo se reduce a La Nada. La nada tiene un límite o la nada es el limite? Digo, no hay nada mas allá de ella? Estoy divagando. Ah! Odio la geometría también.