A veces los pedazos se caen.
Asi.
A pedazos.
Y el desprendiemiento duele.
Duele porque hay algo que se te arranca de la piel como por voluntad propia pero si ves más allá de la sangre es tu mano la que te esta despellejando.
Porque te asfixia. Tanta piel te asfixia.
Y vuelve a doler todo el tiempo.
Porque la realidad es otra. O la misma, pero en carne viva.
Y el impacto lastima. Las palabras fluyen como sentimientos ahorcados de máscaras. Fluyen y se diluyen en la soledad de un cuarto cualquiera (es lo de menos).
Las despojas de tu cuerpo. Arrojadas al vacío. Mutilantes.
El sonido te apedrea, te va perforando los ojos, incisivo.
Y no deja de doler.
Duelo de mi misma.
Y no paro de dolerme.
Noche tras noche.
2 comentarios:
Quizás lo que está por fuera sofoca, pero además, ya no nos refleja...
Quizás el aspecto perdió belleza. Quizás ya no nos hace sentir seguras ese exterior.
Del dolor podés reinventarte, renacer...
Lo eterno no existe, por eso una noche cualquiera dejás de doler... y las sensaciones quedan en una burbuja de recuerdos, y lo nuevo te alcanza, y te deja ser, otra vez :)
...
Muy bueno Lady!!!
qué? vos tambien te quemaste con el sol de uruguayy??? :P :P
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